domingo, 29 de julio de 2018

Ser padre en el plan de Dios








La paternidad es algo muy hermoso porque brota del mismísimo corazón de Dios. En el Antiguo Testamento, en el Nuevo Testamento, en la Tradición de la Iglesia queda claro su importancia y el compromiso que tienen los que han recibido este don con la familia.

El ejemplo más hermoso de paternidad, que encontramos en las Sagradas Escrituras es el de San José. Quien da testimonio de vida y protección a Jesús, en el ambiente sano y amoroso de la sagrada familia. José que se compromete con la formación y educación de Jesús. Es él quien no se desentiende de su deber y compromiso como padre.

En este mes de junio celebramos a todos los padres que han recibido con aplomo, valentía y compromiso este encargo divino. Padres y esposos, que se han ganado el respeto y la admiración de los suyos, no con gritos, golpes, maltratos, abusos, ni imposiciones arbitrarias, sino con integridad, rectitud, ecuanimidad, ejemplo, y dominio propio.

Damos gracias a Dios por aquellos que, con su amor y ejemplo edifican un hogar feliz, como lo hizo el buen San José. Festejamos a los que no les da miedo ser padres como Dios manda, con la responsabilidad de formar personas de bien y llevar a sus hijos al cielo.

Padre, sí, tú que eres padre: gracias por ser lo que eres. Siente el orgullo de formar una familia de valores, de autenticidad, de conciencia, de respeto y llena de Dios.

Comparto una anécdota antigüa y ya conocida, que viene muy a colación con este día:

Dios creó a los papás

Cuando Dios creó a los padres, comenzó con una talla grande. Un ángel se le acercó y le dijo: "¿Qué clase de padre es ese? ¿Si estás haciendo niños tan cerca del suelo, por qué pones al padre tan arriba? No podrá jugar canicas sin arrodillarse, arropar a un niño en cama sin torcerse la espalda o besar a un infante sin encorvarse". Dios sonrió y dijo: "Sí, pero si lo hago del tamaño de un niño, ¿Como quién tendrían que crecer los niños?"

Y cuando Dios hizo las manos del Padre, éstas eran grandes. El ángel agitó su cabeza y dijo: "Las manos grandes no pueden sujetar un pañal, abrochar botones pequeños, poner una curita, o quitar astillas a causa de jugar con un bate de beisbol".

De nuevo Dios sonrió y le  dijo: "Lo sé, pero son lo suficientemente grandes como para sostener todo lo que un muchacho pequeño vacía de sus bolsillos, y todavía bastante pequeñas para acariciar la cara de un niño con una sola de ellas".

Entonces, Dios amoldó piernas largas delgadas y hombros anchos. "¿Te has dado cuenta que hiciste un padre sin regazo?" dijo el ángel susurrando.

Dios respondió: "Una madre requiere un regazo. Un padre necesita hombros fuertes para tirar un trineo, columpiar a su hijo, sostenerlo en una bicicleta, o mantener la cabeza soñolienta de un pequeño como un gran malabarista".

Cuando Dios estaba en medio de la creación, se mostraron los pies más grandes vistos hasta entonces, el ángel no pudo contenerse más: "Esto no es confiable. ¿Honestamente crees que esos pies van a llegar rápido a la cama del bebe cuando llore en las mañanas, o a andar a través de una fiesta de cumpleaños sin pisar a los huéspedes?".

Y Dios le dijo: "Trabajarán.Ya lo verás. Soportarán y tendrán la fuerza para pedalear con un niño pequeño un paseo en bicicleta por la montaña o asustarán ratones en una cabaña de verano, y mostrarán al pequeño el desafió de llenar esos zapatos".

Dios trabajó todo la noche, dio al padre pocas palabras, pero una voz firme para mostrar autoridad; ojos que ven todo, pero con calma y tolerancia. Finalmente, agregó lágrimas. Entonces volvió al ángel y le dijo: "¿Ahora estás satisfecho? ¡Puede amar intensamente como lo hace una Madre!". El ángel no dijo más.

¡Feliz día del Padre! 


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